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Carta abierta de médico venezolano

Por: Alberto R. Zambrano,  MÉDICO CIRUJANO UCV

Caracas, Venezuela, (marzo 21, 2014)

 

Carta abierta de médico venezolano al embajador cubano en Venezuela.En vista de que el castrismo opositor se afana en decir que no somos Cuba, en mi entrada anterior hice referencia a la epidemia de ceguera que atacó al pueblo cubano, hoy comparto con ustedes una carta escrita hace 9 años, en el marco de la instalación de la nefasta misión barrio adentro y lo que sería la primera ola del ejército de ocupación de invasión cubana hacia Venezuela. De esta invasión han resultado incontables pérdidas humanas; vidas que se han perdido no a raíz del fusil de repetición sino a la anacrónica medicina cubana sumada a la mala praxis de ese “ejército de batas blancas” que Fidel Castro le encanta exportar a países de todo el mundo. El autoritarismo evolucionó, y ya los ejércitos de ocupación comunista no vienen con botas y fusiles, sino con batas blancas y estetoscopios, no usan la violencia sino un trato amable, no usan la fuerza sino la sumisión del invadido, de esa persona humilde que no tiene más remedio sino irse a ver con los médicos cubanos, so pena de que siempre les administren el mismo tratamiento, o en el peor de los casos, se compliquen y lleguen en pésimo estado a nuestros abandonados hospitales. Esos mismos hospitales en los que la izquierda jamás se atiende, y en donde los más humildes guardan la esperanza de que algún día puedan ser curados de su padecimiento.

 

Tuve el privilegio de ser alumno de quien escribió esta carta y me tomo la libertad de reproducirla, y la suscribo con entereza.

Sin más preámbulos aquí está reproducida en su entereza…

 

Carta abierta de médico venezolano al embajador cubano en Venezuela.

August 16, 2005

 

De Médico a Embajador,

Carta abierta escrita por el gran maestro de la Escuela de Medicina de La Universidad Central de Venezuela,

Dr. Rafael Muci-Mendoza.   De un médico venezolano al embajador cubano.

 

Excelentísimo señor embajador:

 

Debería usted bien conocer que es de ética elemental el que un embajador no se inmiscuya en los asuntos internos del país que le acoge como huésped.

Sus insolentes declaraciones sobre los médicos venezolanos, recogidas en la edición de este diario del 18 de febrero retropróximo, me obliga moralmente a enmendarle.

El “sistema de valores” que usted nos endilga, según el cual ‘nuestra intención al estudiar Medicina es obtener un título y una acción en una clínica privada’, además de insultar nuestra dignidad, con aviesa intención nos expone al desprecio público y nos desacredita ante nuestros enfermos; después de todo, somos sus médicos y con sus miserias todo cuanto poseen.

Usted emplea el procaz lenguaje del Presidente de acá, para dividirnos en ‘oligarcas’ y ‘proletarios’, epítetos éstos dichos para agraviarnos y que nunca antes nadie utilizó.

Siendo antitípico hablar en primera persona, debo expresarle que, como muchos de mis colegas y aunque a usted le duela, recibí, EN LIBERTAD, una excelente formación moral,ética y académica que coloca al paciente como principio y fin del acto médico, paradigma que he tratado de inculcar a mis numerosos alumnos. Yo, como tantos, por cerca de 40 años y por un magro sueldo, he trabajado con tesón la mitad del tiempo en un hospital público, a costo subsidiado con nuestro ejercicio privado.

Este último lo hemos ejercido como profesión liberal en clínicas privadas, EN LIBERTAD, con honestidad, mística y orgullo.

Pero además debe usted saber que en lo personal he visitado Cuba en tres ocasiones. No lo hice por curiosidad o turismo, y le confieso que no conozco Varadero. He sido y he continuado siendo un invitado de sus médicos, y respecto a ellos, nunca hice uso de cuanto vi u oí en su país. Su irritante intromisión me indica que es tiempo de hacerlo.

En mayo de 1993, cuando su gobierno al fin dio a conocer al mundo la epidemia que, a pesar de sus adversas consecuencias, había mantenido en secreto desde 1991 y amenazaba con dejar en la umbra visual a más de 40 mil sufrientes, formé parte de una misión humanitaria que visitó la isla.

En compañía de colegas cubanos y de diversas procedencias, examiné personas afectadas, ayudé a definir el paciente-tipo y a esclarecer las causas de lo que se dio en llamar Neuropatía óptica Cubana, y que en resumen -a despecho de que se haya invocado un factor multifactorial- fue trasfondo de miseria y hambre.

En cinco ocasiones me reuní con su Comandante para discutir estrategias diagnósticas de la epidemia, hoy por cierto trocada en endemia.En una de estas reuniones, y aunque parezca una pretensión el decirlo, una de mis colegas cubanas dijo públicamente que la neuro-oftalmología cubana se dividía en dos períodos, antes y después de las visitas docentes del doctor Muci.

A pedido de su Señor, hice mi último viaje a Cuba. Les comuniqué todo cuanto sabía; guiados de mi mano aprendieron nuevas técnicas, mis diapositivas fueron copiadas, y mis charlas video, grabadas. No pedí nada a cambio. Mucho me fue ofrecido, pero el olvido es traicionero. Una simple esquela de agradecimiento me fue regateada.

Regresé con la satisfacción del deber cumplido y un rictus de dolor al recordar la mirada famélica de mis colegas, trasunto de hambre de LIBERTAD, hambre biológica, pero también hambre intelectual al carecer de los instrumentos básicos para adquirir conocimientos: libros y revistas científicas.

Mientras tanto, Cuba exportaba su revolución con los dineros de un pueblo miserable. Pude apreciar allí dos clases de médicos. Unos, ‘los olvidados’ –a lo peor, distanciados del partido comunista–, que ocupan los escaños más bajos de la pirámide médica sin esperanzas de ascender. Ésos no asistieron a mis charlas. En mi universidad asisten a mis cursos, en LIBERTAD y por libre albedrío, quienes así lo deseen, sean médicos, estudiantes y aún miembros de otras profesiones.

La otra clase, que llamaré ‘la nomenclatura’ –los ubicados en el vértice–, tenían acceso a la escasa tecnología y eran celosos guardianes de los libros, depositarios del poder que da el conocimiento. Ésos, privilegiados del sistema, tienen acceso a los banquetes, y viajan al exterior con dólares olvidando a aquellos pobres colegas que se quedaron en casa.

La sociedad cubana es una sociedad triste donde se habla calladito para no ser escuchados por el Estado policial, donde se asciende siendo fiel y denunciando; en fin, trepando por sobre las cabezas de otros.

La medicina de avanzada que ostentan, está apoyada en una ingeniosa propaganda, pero en realidad es una triste farfolla. Los delineamientos de su ‘mar de felicidad’ han encontrado eco en un gobierno antinacionalista, formado por una chusma precaria de talentos.

Por ello, con la creatividad castrada y a un coste de 1,3 millones de dólares diarios, prefieren buscar ‘asesorías’ y enviar enfermos a la isla. Su nulidad y estulticia les impide tomar medidas de contingencia para ayudar a tanto necesitado que clama en nuestros hospitales por la resolución de sus problemas.

Como usted declara, traer ’1.500 profesionales’ de sus fábricas de médicos, es otro inaudito ejemplo de traición a la Patria, de desnudez neuronal, un intolerable insulto, una incomprensible medida si se toma en cuenta, por una parte, el desempleo local y, por la otra, el que apenas son necesarios menos de 59 médicos para llenar las medicaturas vacantes para las que, estoy seguro, hay voluntarios.

Las erradas políticas de salud no son culpa de los médicos. Son exclusiva competencia del Estado venezolano.

Hago mío el eco lastimero de mis pacientes y reclamo para ellos el dinero que injustamente se le regala a ustedes. Esos pobres seres han visto empeorar sus dolencias a lo largo de cuarenta años de apatía, pero, a no dudar, ahora se encuentran peor desde que ‘el proceso’ trata de rasarnos con ustedes, por lo bajo.

Hay en la isla de Cuba demasiados aspectos que mueven a vergüenza y dolor,demasiados como para que usted cínicamente nos censure.

Se puede engañar a alguien una vez, pero no a todos todo el tiempo.

DR. RAFAEL MUCI-MENDOZA

 

***

 

Carta de un estudiante venezolano a Silvio Rodríguez

(Fuente:  "Cubanos por el mundo")

Política.  Feb 17, 2014

 

Señor Silvio Rodríguez:

He podido leer a través de un documento impreso, puesto que el gobierno de este país, Venezuela, ha bloqueado mi acceso a internet, que usted y un grupo de personas han redactado y publicado en su blog Segunda Cita un documento en el que se nos acusa de fascistas, defendiendo pues al régimen de Nicolás Maduro y a sus militares, en nombre de la paz. ¿Qué paz, señor Rodríguez?

 

Los estudiantes venezolanos no somos fascistas, señor Rodríguez. Los estudiantes venezolanos queremos queVenezuela sea un país libre, un país próspero, un país donde tengamos futuro, donde nuestros hijos tengan futuro, donde podamos vivir de manera honesta, y no oprimidos, o vendidos, como al parecer es su caso, a una tiranía. Un país donde los ancianos y los enfermos tengan qué comer y medicinas para curarse, y no tengan que mendigar, como mendiga el gobierno de su país: Cuba.

 

Los estudiantes venezolanos repudiamos la violencia, y hemos salido a las calles a protestar pacíficamente. Han sido los militares cubanos y los militares venezolanos que bajo las órdenes del régimen que usted defiende y que usted representa, así como bajo las órdenes de Nicolás Maduro (obediente de los Castro), quienes nos han vejado, nos han golpeado salvajemente, nos han torturado, y nos han violado con sus fusiles, a jóvenes de ambos sexos. Han saltado con sus botas sobre nuestras cabezas y sobre nuestros cuerpos, nos han disparado, nos han introducido los cañones de sus fusiles vía anal. Todo esto ha sido probado y denunciado mediante la justicia, abogados y tribunales, y las pruebas han sido mostradas. Para ellos hemos debido desnudarnos y enseñar nuestros cuerpos maltrechos, pero con la moral muy alta, porque no hemos enseñado más que la verdad.

 

Señor Rodríguez, en una época los venezolanos abrazábamos sus canciones. Creíamos que era un poeta, lo apreciábamos por poeta. Ya no, ya no podemos ni queremos oír su voz.

 

Señor Rodríguez, los venezolanos hemos dado nuestras vidas, hemos entregado nuestras riquezas naturales, para que los cubanos se vanaglorien de su infernal revolución, y para que finalmente puedan comer y tener electricidad en sus hogares. Los Castro nos han saqueado, han saqueado nuestro petróleo, y quieren destruir nuestra dignidad, como han hecho con el pueblo cubano. No lo conseguirán con los venezolanos.

 

Créame que voy a seguir luchando por la libertad de Venezuela y la de Cuba, créame que cuando Venezuela sea libre, ni usted, ni los que han firmado ese oneroso documento donde se nos acusa con mentiras y calumnias, podrán ser aceptados en mi país. Ni usted ni mucho menos sus canciones, porque sus canciones mienten tanto como usted. Porque su mensaje es el mensaje de un cobarde al servicio de la muerte, del fascismo, un mensaje tergiversado, en contra de la paz.

 

Por razones obvias no puedo firmar con mi nombre, pero le prometo que un día me presentaré allí donde usted esté, y cara a cara le diré quién soy. Espero que no pase mucho tiempo, y que la vida y la libertad me acompañen.

 

Con mi más firme repudio a usted y a quienes usted sirve,

 

Un estudiante venezolano.

Desde las calles de Caracas.

 

Via: El blog de Zoe Valdez.

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